Bien venido Luís Alberto a Miami, que es SuAmi y es de los cubanos NuestraAmi. 

Gracias por el ser chofer-marchante de nuestra maldita comedia. En su taxi viaja clandestina la orfebrería emocional de nuestro largo infierno. La entregó viva, lo sabemos, a penas viva. 

Bienvenido Luis Alberto a este Paradíso errante. Diga lo que salga de su maletero, sea adorable o no. “La plataforma de esta estación es la vida”, que según Pepe Grillo, no es más que silbar.  

Quiero aclarar que esta bienvenida, no esconde sarcasmo ni espina; todo lo contrario. Creo que Luis Alberto es uno de los grandes actores de nuestra historia, me siento honrado de que esté hoy en NuestraAmi y espero que ojalá se quede a contribuir al desarrollo del cine Cubano más allá de sus fronteras. Creo que Luis Alberto García es un grandísimo artista y mi bien venida y mi abrazo son cálidos y genuinos. Gracias Luis Alberto por ser Orfeo y Ovidio en medio de tan grande oscuridad, por ser luz en tan largo túnel.

Sinceramente.

Sandro Guerra García.

Carta abierta a las FAR y al MININT. Primera Parte.

Estimados miembros del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba:

Hace mucho tiempo que quería dirigirme a ustedes, pero sabía que para hacerlo necesitaba construir una audiencia robusta dentro de dichas instituciones. Como en los últimos meses he logrado consolidar dicho público, creo que ha llegado el momento de comunicarles mi mensaje. Antes de todo, quiero aclarar que, aunque probablemente en algunos casos no compartamos visiones políticas y a pesar de que de vez en cuando me pongo dicharachero, me dirijo a ustedes con el más alto respeto y espíritu solidario. Creo que las personas que ostentan las armas y que están dispuestas a dar la vida por su país y por sus ideas merecen todo el respeto. Creo además que un buen revolucionario, que está dispuesto a dar el pecho a las balas, no puede temerle al punto de vista y al argumento del otro, del que piensa diferente. Para estar seguro de algo, hay que estar siempre dispuesto a cuestionarlo. Me he dado cuenta de que tengo mucho que decirles, así que he decidido dividir esta carta en varias partes, ya que el tema de nuestra isla, su historia, su presente, su contexto y sus posibles futuros, pica y se extiende. En estos primeros artículos quiero referirme muy brevemente al pasado, a nuestra historia, la cual está terriblemente tergiversada. En la segunda parte, quiero hacer un análisis de la situación actual, tanto en el ámbito nacional como internacional, ya que hoy más que nunca, los destinos de Cuba y el mundo están entrelazados. Por último, y sin ánimo de pitonisar, quiero hablar de nuestro futuro y de cómo yo visualizo un escenario ideal para una inevitable transición. A quienes siguen mis artículos en Cuba de Blanco, les aviso que buena parte de estas cartas reciclan fragmentos de artículos anteriores, ya que en esta ocasión me dirijo a un público que no ha tenido acceso a ellos.

El Fantasma del Pasado.

Es imposible hablar de la historia de Cuba de los últimos cien años sin mencionar un libro que ha irrumpido en la cubanosfera con la fuerza de una bomba de hidrógeno. Me refiero sin dudas a “El Soviet Caribeño” de César Reynel Aguilera. Yo tengo una vida bastante monacal, no soy una persona muy sociolista, pero cada vez que me he reunido con cubanos durante los últimos dos años, “El Soviet” ha sido, sin excepción, un tema central en toda conversación. Varios programas de televisión, influencers y periódicos digitales se han hecho eco de esta extraordinaria obra, mientras que otros, como es de costumbre, no lo han sabido valorar o se han acogido a la conveniente “ciudadanía sueca”.

Este libro es sumamente incómodo para la narrativa castrista, porque pone en evidencia el carácter fraudulento de su alegada épica. César Reynel es un hombre de cuna roja, es decir, hijo de comunistas probos que jugaron papeles clave durante la lucha contra Batista y que conocían de primera mano los entramados y las verdaderas dimensiones del Partido Comunista y de su apéndice, el Movimiento 26 de Julio.

César, como buen científico, ha realizado un formidable y minucioso trabajo de investigación, y todo, o casi todo, está contrastado, réquete contrastado y tan documentado que casi se puede hacer un libro solo con las citas a pie de página. Según César Reynel, el proceso “revolucionario Cubano” “no comenzó como muchos piensan el 1ro de enero del 59, ni el 26 de julio de 1953, ni siquiera el 10 de marzo del 52, con el golpe de estado de Batista. La historia de la “revolución cubana” comenzó en 1925, con la llegada a Cuba de Avraham Simchovich, mejor conocido como Fabio Grobart. Grobart era un agente soviético judeopolaco que llegó a Cuba con la misión de fundar un Partido comunista y un aparato de inteligencia para defender los intereses de Moscú en el nuevo mundo. De más está decir que su trabajo fue exitoso. Grobart logró crear en Cuba un Partido sucursal de Moscú, de una enorme y sólida militancia, y un aparato de inteligencia extremadamente extenso y eficiente. Un aparato con infiltrados en la oficina del presidente, en las fuerzas armadas, las fuerzas represivas, en todas las organizaciones políticas, en los sindicatos, en la Universidad de la Habana, en la masonería y en prácticamente todas las esferas de la sociedad cubana.

La “revolución cubana” no fue, como nos han hecho creer, el acto heroico de un revolucionario solitario llamado Fidel Castro, sino que fue el producto de treinta y cuatro años de trabajo de hormiga del partido comunista.

A principios de la década de los 50, Fabio Grobart se encuentra bajo amenaza de muerte y tiene que irse a Checoslovaquia, dejando como secretario general del partido a Blas Roca, y como jefe encargado del aparato de inteligencia a Aníbal Escalante. Fabio no era el líder visible de esta empresa; era el poder en la sombra, él no ordenaba, “sugería” y “aconsejaba”. Ya había habido muchos otros secretarios del partido, varios de los cuales habían fallecido jóvenes, pues quien no oye “consejo” no llega a viejo. Aníbal Escalante era otro comunista de cuna roja, es decir, de la aristocracia y la entera confianza del partido comunista, del cual su padre había sido cofundador y su hermano posteriormente llegaría a ser jefe de los servicios de inteligencia del nuevo régimen “revolucionario.” Es Aníbal Escalante quien, en la ausencia de Grobart, funge como arquitecto y organizador en la sombra de lo que han llamado “revolución cubana.”

A partir de este momento, se pueden considerar dos hipótesis que comparto con César Reyniel. La muerte de Stalin cambia completamente la dinámica del Partido Comunista de Cuba (yo sé que es el Partido Socialista Popular, pero es el mismo perro, con diferente collar). Durante la administración de Stalin, el Partido Comunista se había limitado a influir en la política cubana para que fuese conveniente o, por lo menos, para que no interfiriera con los intereses de Moscú. Stalin había sabido respetar su famoso pacto con Roosevelt que enunciaba claramente: tú en tu lao, y yo en el mío. La primera hipótesis, y para mí la más viable, es que a pesar de que Fabio Grobart, que era un hombre gris, metódico, obediente y un auténtico yes man de Moscú, también tenía un ego. Grobart era consciente de que había creado una extraordinaria maquinaria. Creo que estaba cansado de construir “Puentes Sobre el Río Kwai,” y quería ver su árbol florecer y comer de él. Después de la muerte de Stalin, durante la retirada de Grobart en Praga, se produce un reordenamiento en la URSS, y con este, varios vacíos de poder. Yo sospecho que Grobart supo utilizar a Escalante, que era un hombre culto, preparado, sumamente capaz, y un tanto soberbio, para hacer su “revolución” y envasar a Fidel Castro. Y si la cosa salía mal, la culpa era de Aníbal, que era un “fresco y un insubordinado.” La otra hipótesis es que todo esto se hizo por el libro, con la autorización y bendición de Nikita Khrushchev y la inteligencia Soviética. Quizás algún día los archivos se abran y sepamos lo que verdaderamente sucedió detrás de la fachada.

Es también imposible hablar de la historia de Cuba, e incluso de América, sin referirse a una figura de tanto peso como la de Fidel Castro. Se podrán imaginar que Castro no es santo de mi devoción. En mi diccionario, él es el hombre que hundió a Cuba y a Venezuela en la más abyecta miseria. No obstante, tampoco fue una figura a la que se le pueda ignorar, y en este artículo, quiero ser lo más descarnado posible, quiero ver las cosas desde todos los puntos de vista; incluso desde los zapatos de Fidel Castro; y en ocasiones quiero ser (nunca mejor dicho) abogado del diablo. Fidel quería cambiar el mundo; yo quiero entenderlo, y demonizar al adversario le hace flaco servicio a mi propósito. Nadie quiere ser Darth Vader, si no ves la realidad desde el punto de vista del otro; “si no conoces a tu adversario, ni te conoces a ti mismo, perderás cada batalla”.

Todo cubano que se respete, haya o no estudiado psiquiatría, tiene que tener un diagnóstico para la condición mental que presuntamente sufría el Comandante. Los más frecuentes son: psicopatía, sociopatía y narcisismo. Yo, que también soy cubano y algo entiendo de estos temas, también tengo mi diagnóstico, pero me sorprende que nadie hasta este momento comparta mi opinión. Todos los trastornos anteriores son posibles, pero yo sospecho, con un alto grado de certeza, que Fidel Castro padecía de dos grandes dolencias: La primera, facioesclerosis aguda, o endurecimiento rígido del rostro, y la segunda, y ya sin sarcasmo, un trastorno bipolar bastante intenso, lo cual explica muchos de los sucesos descabellados de nuestra historia. He tenido la oportunidad de convivir con varias personas afligidas con desorden bipolar, y confieso que no es fácil estar al lado de ellos, y mucho menos ser ellos. Son personas muy atormentadas y que, en consecuencia, atormentan su entorno. La psicopatía, la sociopatía y el narcisismo son desórdenes de la personalidad. La bipolaridad es un problema emocional severo y las personas que sufren de esta condición viven en una montaña rusa de estados anímicos, con períodos hipomaníacos y maníacos que alternan con períodos de intensas depresiones. Fidel Castro, como cualquier bipolar, era una persona carismática, capaz de desarrollar reflexiones muy agudas, era entrañable con sus amigos, vibrante, elocuente, más grande que la vida misma; pero también era un narcisista periódico, un imbécil y un equivocao, era arrogante, insensible, indolente, obsesivo, hiperactivo, cruel, y como dije, seguramente sufría de fuertes depresiones periódicas; todo dependiendo del momento en que lo cojas. Si ponemos en perspectiva los hechos y las anécdotas sobre su vida, podemos ver cómo todo cobra mucho sentido a través de este diagnóstico: El estrellarse en bicicleta contra una pared para probar su valía, pedirle a los Díaz Balart que parasen el carro para matar a una vaca en medio de la carretera, asaltar un cuartel lleno de militares, subirse en una loma a comandar una guerrilla, la brillante idea de sembrar café en el llano, la zafra de los diez millones, el andar de madrugada recorriendo Cuba en Jeep, el quedarse toda la noche despierto leyendo a Drácula y estar fresco como una lechuga al otro día, las interminables jornadas de pesca que cuenta García Márquez, las largas conversaciones de madrugada con dicho escritor, el interrogatorio de catorce horas a Hilda Molina, toda la falta de escrúpulos con sus adversarios y con los cubanos, los elefantiásicos discursos de siete horas, la personalidad grandilocuente y supermánica. Todas estas cosas son síntomas clásicos de desorden bipolar, lo que sucede es que solo veíamos los momentos triunfales, los períodos de manía e hipomanía. Los períodos depresivos nunca los vimos, porque son secreto de estado, pero estoy seguro de que quienes realmente lo conocieron estaban al tanto de ello.

Fidel Castro, alegadamente había sido captado por el partido en 1945 a través de Alfredo Guevara, quien ya era miembro de este, y ambos fueron siempre unos criptocomunistas. Al partido le interesaba un cuadro de la burguesía, temerario, elocuente, carismático, con ambición, liderazgo y conexiones sociales. Las organizaciones de izquierda siempre han sabido captar y manipular a las personas con desequilibrios mentales, porque es una operación relativamente fácil. ¿Qué muchacho no quiere ser un héroe, hacer trabajos clandestinos, correr riesgos, tirar tiros y “redimir a su país y al mundo de la opresión capitalista”? Con esto no estoy diciendo que ellos supieran que Castro era bipolar, simplemente entienden que si tú le pones una serie de estímulos morales a una persona en un estado hipomaníaco, te lo metes en el bolsillo muy fácilmente. Por ejemplo, aquí en los Estados Unidos, hay una organización neocomunista llamada ANTIFA, que es famosa precisamente por reclutar gente con problemas mentales. Incluso conozco a varias personas con trastornos psiquiátricos que han sido seducidas y reclutadas por dicha organización.

El hecho de que haya sido Aníbal el jefe de inteligencia de todo este proceso, en mi opinión, no demerita totalmente el trabajo de Castro, ya que tampoco es menos cierto que fue él quien se subió a la loma con cuatro locos más y siete fusiles, cosa que no cualquiera está dispuesto a hacer. Muchos critican o se burlan de Castro por perderse el día del Moncada, por no ir a los combates en la sierra, o por llegar a última hora a Bahía de Cochinos. Sin dudas, todo eso es muy choteable, especialmente al contrastarlo con la épica que se construyó a su alrededor. No obstante, tampoco es menos cierto que subirse en una loma a comandar una guerrilla es bastante temerario, es algo literalmente de locos, y no cualquiera está dispuesto a hacerlo.

Es difícil saber a ciencia cierta cuáles eran las cuotas de liderazgo y poder que se repartían entre Fidel Castro y Aníbal Escalante; ciertamente, eran roles complementarios. Escalante manejaba la inteligencia y Castro las armas; el proceso necesitaba de ambos para triunfar. Aunque muchas de las grandes victorias del 26 de Julio fueron grandes exageraciones, otras fueron grandes compras y otras, más bien derrotas maquilladas de victorias. Lo magistral del proceso revolucionario cubano es el trabajo sistemático de propaganda y manipulación mediática; ahí es donde estuvo su verdadero éxito y ahí estaba también la mano de Aníbal. No obstante, es innegable que Castro y Escalante se necesitaban el uno al otro, y el mismo Fidel nos lo está diciendo veladamente. Él era el comandante, no era el mandante ni el general, era el co-mandante, y fue co-mandante hasta la caída de la Unión Soviética. Cuando decía en las entrevistas internacionales que las decisiones que se tomaban en Cuba eran colegiadas con los compañeros, no estaba mintiendo. Él tenía efectivamente la última palabra, pero también entendía muy claramente que el que no oye consejo, no llega a viejo.

El 1ro de enero de 1959, gracias al retiro del apoyo de la administración de Eisenhower, se va de Cuba Fulgencio Batista, y llega al poder lo que ustedes llaman revolución cubana y yo dictadura castrista. Unos días después, Fidel Castro llega a La Habana, y con él, el largo invierno de nuestro descontento. En ese momento, Castro es coronado con el vasto y preciso aparato de inteligencia del partido comunista y al mismo tiempo es rodeado por su nueva escolta, todos, hombres de Fabio Grobart. Evidentemente, ya todo estaba cuadrao, lo que tocaba en ese momento era comenzar a instalar la dictadura soviética en el Caribe, lo cual se logra siguiendo pasos elementales de un manual de IKEA. ¿Cuáles son los pasos que especifica dicho manual para ensamblar tu revolución socialista? Muy simple: 

1) Mientras repartes migajas de todo lo que te estás robando, siembra el terror matando a miles de personas de forma notoria. Encarcela, tortura y éntrale a patá por culo a decenas de miles de personas más, y abre campos de concentración para todo el que huela a inconveniente y a desafecto. Por supuesto, Fidel Castro siempre ha dicho que la revolución no ha torturado a un solo ciudadano, y es cierto, no ha torturado a uno, ha torturado a decenas de miles. No me crean a mí, vean los documentales “Nadie Escuchaba”, “Conducta Impropia” y “Las Torturas de Castro”. Aquí les dejo los enlaces. Como dije previamente, un buen revolucionario que no le teme a las balas no le puede temer al testimonio de quien piensa diferente. 

Nadie Escuchaba.

Las torturas de Castro.

Conducta impropia. 

2) Divide a la sociedad destruyendo el tejido social y empresarial, y centraliza absolutamente todo.

Es en la aplicación de este segundo paso donde vuelven a aparecer dos hipótesis. El plan de la URSS para Cuba era simplemente convertir a la isla en un elemento desestabilizador, es decir, en punta de lanza del socialismo en el continente americano y posteriormente en África y en otras regiones. Lo que hicieron, de la mano de Fidel Castro, fue lo que siempre acusan a los demás de hacer: convertir a los cubanos en unos mercenarios baratos y eficientes, en unas verdaderas máquinas de odiar y de matar. La primera hipótesis, y creo que la más viable, es que Fidel Castro tenía inicialmente su propia idea de lo que era una revolución socialista, la cual no calzaba con los planes de la Unión Soviética. Para lograr dichos objetivos, había que destruir la economía de la isla y hacerla completamente dependiente de Moscú. ¿Cómo se logró esto? Muy sencillo, apoyando y promoviendo a través de los asesores del partido toda idea estrafalaria y bipolar del comandante; mientras más loca, mejor. El Cordón de la Habana de café en el llano, los cruces de ganado para producir leche y carne, las vacas con las cabezas en aire acondicionado, y la cereza en el pastel: la zafra de los 10 millones, ¡Que de qué van, van! A los bipolares cuando les da con algo, son caballos con anteojeras, no hay quien los pare. Solo tuvieron que darle un par de empujoncitos en la dirección adecuada, y él solo, como bola de boliche, acabó con la economía cubana. Ante tal desastre, la Unión Soviética le dijo: “No te preocupes, yo te extiendo el crédito, e incluso te mantengo, te damos algún espacio para que sigas experimentando tus ideas tan brillantes con tus cubaninskis, pero a partir de ahora tú primera y más importante función va a ser, convertir a Cuba en nuestra herramienta de desestabilización, y más importante aún. Le enseñaron su regla dorada: “La miseria en el socialismo es una política de estado y un método de control, aprende a administrarla bien”. Y así mismo fue.

La otra hipótesis es que Fidel Castro hizo todo el desastre del cordón, la zafra y las vacas, con premeditación y alevosía; pero conociendo el tamaño de su ego, su afición por el aplauso y su alergia al ridículo, dudo que haya sido ese el caso. Fidel Castro se montó ingenuamente en el carro del comunismo pensando que iba a cambiar el mundo, y una vez que estás en él, es imposible bajarse, porque tu vida depende de ello. Lo cogieron de atrás palante y le quitaron la chambelona como a un niño de kindergarten. Por eso, tengan mucho cuidado en qué carro se montan, les va la vida en ello. Lo que le pasó a Castro le puede pasar a cualquiera, y después de un par de semáforos, ya no hay vuelta atrás. Es por eso que yo soy one man army, aunque vaya en chivichana, es mi chivichana, va para donde yo digo; y cuidado, que no tendrá aire acondicionado como las de algunos, pero ya está bastante grande, tiene motor, acelera, coge bastante velocidad y ha dejado atrás a un par de carros.

A principios y finales de los 60, sucedieron las dos microfracciones. Micro porque todo lo que ellos consideran en su contra es micro y todo lo que ellos hacen es macro, olímpico y superlativo. Los objetivos de las microfracciones fueron simplemente: 1) Purgar a los compañeros que andaban medio mareados. A los que pensaban que sus ilustres y muchas veces acertadas opiniones tenían mérito dentro de la “revolución”. 2) Repartir jarabe de estate quieto para que nadie chistara cuando apretaran la tuerca. Especialmente en la microfracción del 68, que fue el prólogo a la “ofensiva revolucionaria”. La ofensiva revolucionaria es lo que terminó con lo poco que quedaba del comercio privado y la economía funcional en Cuba. De este modo, terminaban de blindar a la dictadura, porque no quedaba ni una grieta por donde atacarla, ya que todo el mundo dependía de ella. Recuerden la regla de oro: la miseria en el socialismo es una política de estado y un método de control. 3) El otro objetivo clave de la primera microfracción era sacar del aire a Aníbal Escalante. ¿Por qué? Porque Aníbal, durante el régimen de Kruschef, se había convertido en el domador del león, era el hombre de Moscú en La Habana, el manejador de Fidel Castro; pero el dueño del circo seguía siendo Grobart, porque todos los payasos, elefantes, magos y malabaristas respondían a él. Escalante estaba atravesado en el plan de Grobart, como también lo estaba el atorrante de Ernesto Guevara, con su muela inepta y antisoviética. Ambos tenían que ser neutralizados.

En esta entrevista de César Reynel Aguilera con el profesor Alburquerque se pueden enterar con muchos más detalles de todo lo que aquí les digo sobre Escalante, la microfracción y además lo que verdaderamente pasó con el juicio a Marquito a raíz de los acontecimientos de Humboldt 7.

En esta otra entrevista a Cesar Reynel en “Cuba y su Historia” con el señor Müller, podrán encontrar un resumen de todo lo que aquí les he contado sobre la historia de Cuba.

Aquí les dejo el enlace para que los que puedan compren el libro en Amazon. César no me paga comisión por esto, lo hago desinteresadamente, porque creo que es probablemente el libro más importante que se haya escrito sobre Cuba y porque simplemente no se puede tener una conversación objetiva sobre el tema sin tomarlo en consideración. Para aquellos que no puedan comprar el libro, César tiene también muchas otras entrevistas con el profesor Alburquerque, con otros YouTubers y programas de televisión, que valen la pena ver. Son muy interesantes y dan una muy buena idea de lo que dice el libro.

Los juicios sobre la figura de Fidel Castro son sumamente polarizados. Unos dicen, no sin razón, que fue un imbécil y un troglodita; otros afirman que fue un genio e incluso un dios. ¿Quién tiene la razón? No es mi intención en este artículo, dictar sentencias sobre cenizas. La historia es un largo verso que no repite, pero que rima, y los pueblos sueñan espíritus que cabalgan sus destinos.

Considero que existen dos Fidel Castros: uno es el muchacho medio guajiro, medio bobo de la yuca, idealista, sagaz, atolondrado, locoide, pero también implacable; y esta es quizás su mejor versión. El otro es el estadista, maquiavélico y profesional que supo organizar sus pensamientos y desequilibrios en torno a los métodos de inteligencia soviéticos y alemanes. Fidel Castro fue ambas cosas: fue sumamente torpe porque la soberbia y los episodios maníacos ciegan y hacen olvidar otra regla de oro, “don’t get high on your own supply” (no te drogues con tu propia mercancía). Pero Castro también fue una persona extraordinariamente ábil y en ocasiones brillante, aunque no creo que haya sido el genio que muchos piensan. El humor es, para mí, el mejor indicador de coeficiente intelectual, es el sistema para ver e integrar las contradicciones, es el método para sanar el alma. Nunca lo escuché hacer un buen chiste, todas sus bromas eran más bien pujosas. No pudo romper la solemnidad de su triste figura, fue esclavo de su vellocino y la historia lo condenó a cabalgar errante por su extensa y dividida mancha. No obstante, no me cabe duda de que sí fue una persona muy inteligente, con una memoria extraordinaria y una gran capacidad histriónica y organizativa. Pero la sabiduría para mi es otra cosa; es poder integrar y articular lo que parece diferente y el aparente “éxito” de Fidel Castro se debe a todo lo contrario. Se debe a su adhesión al método de la división y a su bipolar falta de escrúpulos. 

Reinar sobre ínsulas en ruinas no es para mí ningún éxito; es mas bien derrota de la blanca Luna. ¿Qué jinetes guiarán las rimas de nuestro destino? Esta es la pregunta que hoy vengo a hacerles. De sus respuestas dependen las sentencias de nuestro incierto futuro.

Continuará.

Sandro Guerra.